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dilluns, de març 04, 2013

De la corrupción

De la corrupción, de la palabra
Como píldora quería hablar de la corrupción. No de la tan manida y conocida por todos, sino de aquella previa y más grave, de la cual somos todos responsables: la corrupción del lenguaje. Y no porque crea que la política o la economía no sean importantes, antes más bien porque superando a éstas, la gente es capaz de decidir, moverse y hasta de morir por sus ideas, expresadas mediante el lenguaje. Incluso la economía se construye mediante ideas y por ende a partir de un lenguaje. Las ideas así se expresan, de modo que la corrupción del lenguaje conlleva la incomunicación entre personas y comunidades y hasta puede cobrarse vidas.

La vida de aquella persona que es insuficientemente atendida en un hospital infradotado porque alguien decidió que ese presupuesto debía ser austero, riguroso o liberal, partiendo de la idea que dicha infraestructura se sitúa en una comunidad de un “color” político, cuando esa tendencia política, un conjunto de ideas, se expresa mediante una palabra maldecida, tergiversada, malinterpretada y corrompida por quienes publican el lenguaje.

Y es que es la responsabilidad de la opinión publicada que la opinión pública contraste ciertos conocimientos, y cuando la opinión publicada, por intereses políticos o económicos mezquinos y cortoplacistas destruye una palabra puede generar con ello la incomunicación y el enfrentamiento entre grupos que se ven así incapaces de hablar y escuchar.

Y no me refiero únicamente a los abundantes eufemismos o los oxímorons que pueblan nuestros medios, en general usos tergiversados con fines interesados, mentiras más o menos apreciables a simple vista. Más bien también y sobretodo a la destrucción del significado de palabras de calado, como son por ejemplo términos tales como nacionalista o socialista que en las últimas fechas hemos visto como algunos, en medios como El Mundo, La Razón, el ABC, Intereconomía y otros convertían en atributos del totalitarismo fascista y en poco menos que descripciones del régimen alemán de finales de los años 30 del siglo xx. Quien primero creó esa correlación tenía seguramente la diabólica intención de enfrentar colectivos y destruir cualquier posibilidad de diálogo y convivencia corrompiendo las palabras con que se agrupaban sus ideas, en nada relacionadas con tan menospreciables y dañinos regímenes pretéritos. Pero es de todos nosotros, aquéllos que contamos con estudios superiores y tenemos la alta responsabilidad de escribir y ser leídos, es nuestra digo la responsabilidad de respetar las palabras y mantener la valía de nuestra lengua como medio de comunicación so pena de llegar al enfrentamiento entre personas, entre comunidades, incluso entre naciones, y todo porque nuestra holgazanería, cobardía, ineptitud o complicidad nos llevó a participar de un uso partidario, destructor, corrupto y corrompedor de las palabras en vez de usarlas con propiedad, respetándolas y respetándonos con ello.

Yo mismo, bislicenciado, reconozco tener un conocimiento escaso y limitado de esta lengua en estas líneas empleada y un aún más escaso conocimiento del extenso universo que conforman las palabras y su significado, pero aún así hay que plantar batalla, ser honesto y no dejarse arrastrar. Hablar y escribir, sobretodo escribir, con conocimiento y corrección. Porque soplan malos vientos, en estos tiempos en que hasta la RAE se plantea dejarse arrastrar por la corriente, y es por lo tanto nuestra la responsabilidad de las futuras tempestades aquí y ahora anidadas.

Adenda 21  V  '13:

http://www.hrw.org/news/2013/05/17/spain-s-attacks-fighting-back

http://www.vilaweb.cat/noticia/4116999/20130521/museu-jueu-berlin-troba-estupid-comparar-catalanisme-nazisme.html

1 comentari:

Anònim ha dit...

Señora conclusión. Más tarde me alargo.
Un saludo
-Edgar Cano